sábado, 2 de diciembre de 2006

Sviatoslav Richter in the 50's

Actualmente estoy escuchando esta colección de 10 cds, poquito a poquito, cuando el tiempo me lo permite. No voy a comentar toda la colección, ya que tardaría demasiado en hacerlo. Pero si quiero comentar la versión ofrecida de la Sonata D960 de Schubert, una de mis preferidas (en especial en las manos del gran maestro de Zhitomir). Al igual que en toda la colección, nos encontramos con un Richter joven, mucho más impulsivo y menos meditativo que en su época de plenitud desde principios de los 60 hasta finales de los 80.

El allegro de sonata (Molto moderato) tiene unos tempi generalmente más rápidos que en sus grabaciones posteriores de la misma obra, con una matización menos rica, puede ser, pero con un impulso constante, especialmente palpable en el juego de la mano izquierda. Incluso se permite saltarse las indicaciones de la partitura y meter un ff en el trino que aparece en los compases previos a la primera reexposición del tema A. Durante elía desarrollo introduce unos accelerandi excelentes, y la segunda reexposición tiene ese aura indescriptible que sólo él y pocos como él sabían lograr (a ver si Zimerman se atreve a enfrentarse a este monstruo de la literatura pianística). Las repeticiones siguen los patrones establecidos en las primeras lecturas.

El andante sostenuto (uno de los momentos de Schubert con los que más he temblado de emoción) no está tan logrado como en sus grabaciones posteriores (especialmente la utilizada en el documental de Bruno Monsaingeon, donde en los compases en los que modula a Sol mayor, concretamente antes del retorno a la tonalidad principal, en ese Sí prístino que duele en el alma, me pone los pelos como escarpias). La introducción tiene un clima lúgubre muy interesante, pero algunos errores de lectura la afean. Agudos palpitantes antes y después de la modulación. El pasaje intermedio, por lo menos a mi parecer, está más logrado, con un pedaleo muy acertado y un juego de izquierda excelente. En la vuelta al tema principal hay imprecisiones rítmicas que lastiman superficiamente el efecto general. Aun así, un conjunto brillante, a pesar de la distancia con su visión del mismo movimento en años venideros.

Poco se puede comentar del Scherzo. Tempi ágiles, digitación clara, ejecución jocosa y punzante en los momentos más irónicos. Momento de lucimiento técnico para un joven pianista casiautodidacta con manos de oro.

El Allegro ma non troppo fluye también con la agilidad de su juventud. Es el tiempo que menos me gusta de la sonata, realmente. Aun así, en esas melodías tan schubertianas que aparecen así, de repente, marca un arco de acentuación bellísimo, con un equilibrio entre las partes sorprendente. Las florituras técnicas del desarrollo las solventa sin problemas, con ímpetu (quizás demasiado en algún momento y falta de claridad en la separación de voces).

En resumidas cuentas, una versión muy buena, sin duda, sin llegar a las cotas excelsas de las otras grabaciones comentadas con anterioridad, pero ciertamente interesantes.

Este disco en concreto viene acompañado por La danse de Puck, de los Prèludes de Claude Debussy, así como de la segunda sonata de Karol Szymanowski (no sé por qué, pero no me acaba de cuadrar este hombre).

La calidad acústica de la sala y de la grabación en general no es precisamente óptima, pero aun así, siento envida al oírlas: envidia de aquellos que pudieron disfrutar de este genio en directo. Lástima que acudiera al llamado de la parca cuando yo aún era un friki imberbe.

2 comentarios:

Ricardo Yustes Palacios dijo...

Se de lo que habla. ¨Yo he temblado de emoción, igual que usted, al escuchar la canción "Hocus Pocus" del grupo Focus.

fabian dijo...

¡Sacrílego! ¡Hereje! ¡Apóstata! ¡Disidente!

Has cometido una herejia musical de primer nivel. Afortunadamente, mi magnánima benevolencia te salvará de morir tras caer a un precipicio perseguido por ochenta violistas desnudas (todas en edad de merecer, sin pareja, de muy buen ver y con la líbido al 100%).

Qué bueno que soy, ¿eh?